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Documento del siglo II que recoge una exposición ordenada y clara de la doctrina cristiana. Las enseñanzas religiosas están organizadas en dos partes: Los 17 primero capítulos o partes son dogmáticos y exhortativos en referencia a la fe. Y los últimos, 18 a 21, resultan más morales, espirituales y litúrgicos.
El autor es fantasioso y alegórico en sus exégesis, emplea simbologías ocultistas, mira con deconfianza el Antiguo Testamento, es enemigo declarado de los judíos, asume mitos y determinados rasgos que rozan lo gnóstico sobre todo en las alusiones escatológicas.
La atribución a Bernabé, el compañero de Pablo, fue primitiva. Pero la crítica del contenido descarta tal atribución, impensable en un compañero de Pablo.
Fue muy usada en los primero tiempos, incluso considerada como inspirada en determinadas comunidades cristianas, como lo manifiesta el que, como tal, esté recogida en el Códice Sinaítico y sea citada así por Orígenes.
La fecha de composición sin duda se debe remontar a los comienzos del siglo II, no más tarde del 130. En el siglo III ya se había traducido al latín y existen abundantes citas de ella.
No cabe duda de que se empleaba con frecuencia en la tarea homilética, de la cual era inspiradora por el tono exhortativo que domina toda la Epístola. De hecho l texto no tiene estilo de carta, sino de tratado sistemático de doctrinas.
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